Durante una sesión uno a uno con mi gerente, tuve la oportunidad de comentarle lo frustrada y desmotivada que me hacían sentir algunas actividades que debo desempeñar. Sin bien dichas actividades son indispensables, llegan a ser muy repetitivas y, desde mi perspectiva, no generan mucho valor y existen alternativas para automatizarlas (pero eso es un tema para otro artículo)

Mi gerente en esa ocasión me dijo algo que, a partir de ese momento, hice parte de mi filosofía laboral. Su mensaje fue el siguiente: “cuando hagas estas actividades no pienses en lo monótonas que son, piensa en tu próximo viaje con tu pareja, piensa en ese restaurante nuevo al que quieres ir, piensa en todos esos gustos que te puedes dar gracias al gran trabajo que haces cada día.”

Lo que recibí en ese momento fue una clara invitación a encontrar mi motivación intrínseca para esas actividades. Considero que este mensaje lo pude recibir gracias a la combinación de 2 factores:

Poner en el centro a las personas

Las organizaciones que ponen en el centro a las personas, impulsan a su equipo de liderazgo a conocer mejor a sus colaboradores. Si bien la relación sigue siendo profesional, un gerente que conoce el estilo de vida, pasatiempos y/o preocupaciones de los miembros de su equipo tiene la habilidad de adaptar el mensaje que invite a la motivación intrínseca.

Si la organización en la que colaboro no pusiera en el centro a las personas, mi gerente simplemente me podría haber dicho algo como “lo tienes que soportar o buscó a alguien más.”

Si mi gerente no me conociera a nivel personal, su mensaje no habría sido tan efectivo si me hubiera pedido buscar esa motivación en simplemente generar más dinero, pagar deudas o mantener a mi familia (no tengo hijos).

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Reconocer que existen actividades que generan frustración.

No todo lo que hacemos, o como lo hacemos, nos da esa sensación de contribuir al crecimiento de nuestra organización: y que tanto los colaboradores como el equipo de liderazgo lo reconozcan es esencial para el proceso de mejora continua. Ese día de la sesión uno a uno, mi gerente me retó a presentar al equipo de desarrollo ideas para automatizar ciertos reportes y buscar horas de eficiencia para actividades que se pueden hacer de manera diferente. El reto se cumplió, un reporte y sus respectivas notificaciones se automatizaron y con ello se generaron 102 horas anuales de eficiencia.

Esta es una pequeña muestra de como el mensaje correcto en el momento correcto puede detonar la motivación intrínseca y con ello mejorar el compromiso de las personas hacia la organización, porque la organización pone en el centro a las personas.

¡Gracias por leerme!

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Paola Lugo. (Autora invitada)

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